Quando estava em Cabo Verde, gostava de deitar-me cedo, embora isso não garantisse que dormiria. Meu consolo: torcia para amanhecer logo e ver o mar da varanda do quarto onde estava. O vento era frio e o calor do sol brilhava com maciez. Encostado no parapeito via o mar, tão importante a esse povo insular, numa dança única, a brincar com as pedras negras que desabrolhavam. Imagem linda. Ao fundo, "La Martiniana", que eu ouvia quatro, cinco, dez vezes seguidamente. Minha alma se encantava. A seguir, a música e a letra.
Niña, cuando yo muera
no llores sobre mi tumba;
cántame lindos sones, mi mamá,
cántame La Sandunga.
No me llores, no, no me llores no;
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas,
yo siempre vivo, y nunca muero.
no llores sobre mi tumba;
cántame lindos sones, mi mamá,
cántame La Sandunga.
No me llores, no, no me llores no;
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas,
yo siempre vivo, y nunca muero.
Toca el Bejuco de Oro,
la flor de todos los sones;
canta La Martiniana, mi mamá,
que alegra los corazones.
la flor de todos los sones;
canta La Martiniana, mi mamá,
que alegra los corazones.
No me llores, no, no me
llores no;
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas,
yo siempre vivo, y nunca muero.
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas,
yo siempre vivo, y nunca muero.
Si quieres que te recuerdes,
si quieres que no te olvides,
canta sones alegres, mi mamá,
música que no muere.
si quieres que no te olvides,
canta sones alegres, mi mamá,
música que no muere.
No me llores, no, no me
llores no;
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas, mi vida,
yo siempre vivo, y nunca muero.
porque si lloras yo peno,
en cambio si tú me cantas, mi vida,
yo siempre vivo, y nunca muero.
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